Olga Cañizares Gil
Esta área ha capturado el interés del público en general, pero también de los investigadores y de las organizaciones.
El concepto de inteligencia emocional enfatiza la importancia de equilibrar la razón y la emoción. También conecta con ciencias como la psicología y la neurociencia y busca habilidades cognitivas que vayan más allá de la inteligencia tradicional.
Muchos fueron los científicos (Thorndike, Guilford, Gardner…) que empezaron a desarrollar teorías sobre esta “otra inteligencia”. Sin embargo, fueron Mayer, Salovey y DiPaolo los que argumentaron después de sus investigaciones que:
La inteligencia emocional incorpora un conjunto de procesos psicológicos que involucran el procesamiento de la información afectiva: reconocimiento, valoración y expresión de las emociones, gestión, regulación y manejo de estas
La impresión es que la inteligencia emocional se ha convertido en un área clave para el sector sanitario, el educativo y el empresarial. En todos ellos, concurre el hecho de que las relaciones, el aprendizaje y la toma de decisiones están presente de manera cotidiana.
La empresa consciente
Con este artículo, queremos proporcionar algunas ideas del papel que se atribuye a la inteligencia emocional en el ámbito laboral, sin dejar de mencionar que, sin duda, todavía están pendiente nuevas investigaciones que puedan explorarla de manera más concreta.
Las empresas emocionalmente conscientes y responsables son aquellas que consideran a la persona en todas sus dimensiones: física, mental, emocional y espiritual. Tienen la visión de reunir a las personas en un propósito común y favorecen el desarrollo de la consciencia emocional de todas las partes involucradas.
En general, existe la creencia de que, para tener éxito, las compañías necesitan empleados con un alto nivel de conocimiento técnico. Sin embargo, sin empleados conscientes de su dimensión emocional, las organizaciones no pueden lograr la excelencia, e incluso es difícil que sobrevivan.
Desgraciadamente, muchas de ellas han caído debido al envanecimiento de sus ejecutivos o a consecuencia de la falta de compromiso de sus empleados. Son muchos los que eligen la gratificación inmediata a expensas de la rentabilidad a largo plazo. Los empleados emocionalmente responsables son el activo más importante de una organización. Por el contrario, los empleados inconscientes son su pasivo más peligroso.
Según Mihaly Ciskszentmihalyi: “Si los directivos no ven a los trabajadores como individuos únicos y valiosos sino como herramientas que pueden descartarse cuando ya no son necesarias, los empleados tampoco verán a la empresa como algo con más valor o significado que ser una máquina de librar cheques para el pago de sueldos. En tales condiciones, es difícil hacer un buen trabajo, y más aún, disfrutar de la propia tarea.”
Con esta reflexión, nos encontramos con el reto de concienciar a las empresas de que desarrollen esta mirada en sus directivos. Un liderazgo consciente de la dimensión emocional será capaz de:
- Transformar el potencial individual en desempeño colectivo.
- Generar confianza.
- Inspirar creatividad.
- Despertar los sentimientos positivos de sus colaboradores.
- Promover su desarrollo, pasión y entusiasmo.
- Favorecer compromisos duraderos y una predisposición positiva al cambio.
La inteligencia emocional hace que los líderes sean las personas más capaces de influir en las emociones de los demás. Les hace movilizadores y capaces de alentar lo mejor que hay en ellos.
Cuando la inteligencia emocional entra en una organización, hace que el éxito no dependa tanto de lo que se hace sino de cómo se hace
Las personas que trabajan en una organización emocionalmente responsable desarrollan su desempeño en torno a la misión común y son capaces de proporcionar una sensación de sentido más allá de las tareas cotidianas y de los objetivos trimestrales que tan a menudo suplantan el lugar de las visiones realmente significativas.
En pocas palabras, el estado emocional y las acciones influyen muy directamente en el modo en que se sienten los empleados y, en consecuencia, determinan su rendimiento.
Según Fredy Kofman en su libro La empresa consciente, son siete las cualidades que deben desarrollarse para que una empresa sea emocionalmente consciente:
- Las tres primeras son actitudes: responsabilidad incondicional, integridad (autenticidad, honestidad) esencial y humildad ontológica.
- Las tres siguientes, conductas: comunicación, auténtica y saludable, negociación constructiva y coordinación impecable.
- La séptima cualidad es la condición que hace posibles a las seis anteriores: maestría emocional.
La inteligencia emocional se establece como el verdadero distintivo a la hora de establecer un ámbito competitivo, tanto a nivel individual, como colectivo. De forma natural, se van desarrollando competencias emocionales y experiencias vitales, ya que son las propias personas las que conocen sus emociones, saben identificar qué les motiva, pueden vigilar y enfocar sus esfuerzos para establecer relaciones que les sean válidas.
Si, por el contrario, no nos encontramos ante este proceso natural, nos enfrentamos con el reto y la necesidad de implementar programas de aprendizaje y entrenamiento emocional que son absolutamente necesarios en nuestros días.