Ornela Mateu Martínez
La tutora de prácticas del Máster en Psicología General Sanitaria de UNIR destaca que la terapia y la docencia se nutren mutuamente y que suponen para los profesionales una actividad gratificante y divertida que les invita a revisarse cada día y a seguir mejorando como terapeutas.
Irene Fernández Pinto, psicóloga sanitaria en el centro Libertia Psicología, comenzó su trayectoria trayectoria profesional en el ámbito de la metodología y la psicometría. Trabajó en el departamento de I+D+i de TEA Ediciones, donde participó en la adaptación de tests internacionales como el WPPSI-III o el Merrill-Palmer, entre muchos otros, así como de crear tests propios como el SENA (Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes).
Después de siete años, sin embargo, se dio cuenta su deseo de dedicarse a la clínica psicológica no dejaba de crecer. Sentía especialmente una gran necesidad de construir una alternativa sólida a terapias carentes de rigor y eficacia. Cambió entonces el rumbo para formarse en modificación de conducta en el máster de ITEMA y, al finalizarlo, abrió su propio centro de terapia psicológica.
Libertia es una clínica de psicología especializada en terapia basada en el análisis de conducta. Se caracterizan por un método de trabajo común y por el trabajo en equipo. Esto último entiende que pueda sorprender, porque suele concebirse a la terapia psicológica como una actividad individual en la que el terapeuta realiza su trabajo de manera más o menos solitaria.
Fernández Pinto cuenta que en Libertia se otorga mucha importancia a las sesiones clínicas y a la labor de supervisión, para que todos los terapeutas se sientan acompañados ante cualquier desafío y cuenten con “ojos frescos” para ayudarles a tomar más perspectiva con respecto a sus interacciones terapéuticas. Esto, junto a su compromiso con la calidad en todo lo que hacen y al buen clima de trabajo, son los elementos que más caracterizan y distinguen a su centro.
“En los últimos años decidimos dar un paso más, creando Instituto Libertia, nuestra marca de formación, con la que intentamos transmitir todos estos aprendizajes y esta manera de entender la terapia psicológica a todos nuestros estudiantes de cursos online, prácticas o servicios de supervisiones. Nos hemos dado cuenta de que la terapia y la docencia se nutren mutuamente, y que el trabajo con nuestros estudiantes nos compromete a seguir revisándonos y mejorando como terapeutas”, asegura la experta.
Colaboración con UNIR
El trabajo como docentes de prácticas de los profesionales de Libertia tuvo un inicio bastante incidental, a raíz de una solicitud para tutorizar a un pequeño grupo hace ya algunos años. No era algo que tuvieran contemplado, pero la experiencia fue increíblemente gratificante, según explica. Desde entonces, el motor de los profesionales del centro radica en comprobar la pasión que se despierta en los alumnos cuando van comprendiendo el análisis funcional y toda su potencia para comprender al ser humano y provocar el cambio ha sido desde entonces nuestro motor.
De manera similar, la colaboración con la UNIR para convertirse en un centro de prácticas de su Máster en Psicología General Sanitaria online se fraguó a fuego lento. Sus primeras colaboraciones fueron con alumnos con una gran motivación e implicación con la psicología, y que habían oído hablar del centro por distintas vías. Fueron sus ganas de aprender y su insistencia las que impulsaran la firma del convenio con la UNIR, y desde entonces su colaboración se ha ido intensificando.
Tutorizar prácticas es para Irene Fernández una actividad realmente divertida y gratificante del día a día. Le encanta ver la evolución de los estudiantes a la hora de “hacer suya” la terminología conductista y esa manera tan potente de entender al ser humano. Le encantan los role playing, tanto cuando cuestan más y dan mucho juego para practicar y debatir, como cuando los estudiantes progresan y afrontan hasta el éxito final situaciones que antes les asustaban.
“Y me encantan los debates que se generan. Disfruto especialmente con algunos alumnos que quieren exprimir sus prácticas al máximo y no paran de plantear dudas, desafíos, inquietudes… Y me obligan así a reaprender cosas y a romperme la cabeza”, añade.
Dedicamos mucho tiempo al análisis y al seguimiento de casos reales que la misma Fernández u otras compañeras están llevando en el centro en tiempo real. Intentan hacer partícipes a los estudiantes del proceso, de la toma de decisiones o de los dilemas que se generan para que vean de primera mano el tipo de casuísticas y de situaciones que se pueden encontrar en la clínica.
Explican asimismo conceptos y técnicas que convienen refrescar en un momento dado, pero desde la práctica. Y plantean debates que, pese a su apariencia teórica o incluso filosófica, cobran una nueva dimensión para los estudiantes cuando atestiguan sus implicaciones en casos reales. Este ambiente de aprendizaje es lo que suele dejar más huella entre los estudiantes que finalizan este periodo.
“Nos dicen con frecuencia que nuestras prácticas han supuesto un punto de inflexión en su forma de entender la terapia psicológica. Se sienten mucho más competentes a la hora de generar cambios tras entender en profundidad cómo aplicar los principios de aprendizaje en consulta, y les ilusiona mucho más darse cuenta de todo lo que pueden llegar a conseguir”, asegura la tutora. Y añade que una de las variables más enriquecedoras de las prácticas, tanto para los alumnos como para cada una de las docentes, es la variedad de conocimientos que traen consigo cada estudiante.
- Facultad de Ciencias de la Salud
