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La eficiencia y la calidad de los cuidados y servicios prestados en enfermería se relacionan con el nivel de satisfacción y motivación de los enfermeros.
Uno de los aspectos más importantes para que un profesional esté motivado es que sienta y vea que está creciendo personal y profesionalmente.
Mercedes Martínez Piédrola presenta el proceso a seguir para diseñar el propio desarrollo profesional. Ella misma es licenciada en Enfermería y doctora en Investigación en Cuidados, experta en gestión de servicios de enfermería y diploma en Salud Pública, y cuenta con experiencia en distintos cargos de dirección y gestión enfermera e investigación. Es también la coordinadora académica del Máster en Dirección y Gestión de Unidades de Enfermería.
Las causas de la insatisfacción enfermera son conocidas: escasa autonomía, falta de reconocimiento profesional, pocas posibilidades de promoción y formación, la tensión en las relaciones personales, la monotonía y los salarios inadecuados.
Para superar esa situación hay que proponerse el desarrollo profesional, aspirar a conseguir un proceso de mejora continua en conocimientos, habilidades y capacidades, con esfuerzo propio, dentro de las diversas funciones enfermeras (asistencial, investigadora, docente o de gestión, desde la supervisión hasta la dirección). Este crecimiento personal tiene en cuenta las experiencias, conocimientos, talentos, capacidades y oportunidades.
Vida laboral del profesional en enfermería
Estar motivado implica alcanzar y superar las expectativas asignadas, mejorar continuamente en la forma de trabajar, contribuir al perfeccionamiento de procesos, optimizar costes, construir propuestas de valor para los pacientes, dar un gran servicio a los usuarios e introducir nuevas herramientas en el trabajo que aumenten la productividad. Ello repercute, claro está, en los usuarios, en el centro sanitario y en otros enfermeros.
El ciclo de la vida laboral del profesional en enfermería suele ser: búsqueda de un puesto de trabajo estable hasta que se consigue, cambio de unidad, otro cambio de unidad, cambio de nivel asistencial, un nuevo cambio de unidad, jubilación. El nivel laboral se mantiene constante desde el primer puesto estable hasta la jubilación y la zona de confort suele ser media hasta el cambio de nivel asistencial, allí pasa a alta. Si aumenta la motivación y la formación, se amplían los ciclos de zona de confort, de satisfacción personal y de mejora de salario.
El diseño del desarrollo profesional individual es una carrera de fondo. Los pasos a seguir que recomienda Martínez Piédrola son: pensar sobre nuestro destino, marcarse un objetivo, examinarse (formación, habilidades, experiencia y estilo) y finalmente crear el propio plan de desarrollo (con plazos y revisión). Añade las siguientes consideraciones: el desarrollo profesional lo hace la propia persona, fruto de las decisiones y caminos elegidos en cada momento. Si siempre uno se conduce de la misma forma y en la misma dirección, sin inconstancias, aumentan las posibilidades de motivarse. Cada cosa que se hace crea hábito e impulsa a la siguiente. En general, quienes cambian de vez en cuando de puesto de trabajo tienen más posibilidades de desarrollo profesional. Concluye con estos consejos: motívate, sé dispuesto y sé la diferencia (incremento de mejora respecto de los compañeros).