Román Rodríguez Curbelo
Las redes sociales dificultan distinguir entre lo verdadero y lo inventado, pero hay espacios fiables y formación adecuada para informarse bien sobre una alimentación sana.
Cualquier persona puede creer informaciones falsas en torno a la alimentación. Se estima que un 30% de las noticias falsas que circulan por internet están relacionadas con este tema. El microondas destruye nutrientes, la carne roja es la única fuente de hierro, los lácteos son malos… Hay muchos y muy variados, ligeros o alarmantes, e incluso verdaderas excentricidades.
La alimentación preocupa mucho a la sociedad por su relación directa con la salud. “Nos incumbe a todos, somos vulnerables”, afirma la directora académica del Máster en Nutrición y Dietética de UNIR, María del Carmen González.
Algunos bulos son relativamente sencillos de realizar. ¿Es necesario refrigerar los huevos una vez comprados? Obviamente. ¿Son buenos los batidos detox y otros suplementos y alimentos del mismo estilo? No son recomendables ni disponen de una base científica fiable.
¿Y por qué no tomar durante un tiempo un vaso de agua tibia con medio limón antes del desayuno? Es fácil y asequible, asume González.
“Con el ejemplo del agua con limón, podemos generar un ardor de estómago, irritación esofágica o incluso dañar el esmalte dental y producir caries. La realidad es que con estas acciones perdemos salud”, explica la docente de UNIR.
Víctimas de los bulos
Esta información falsa atenta contra dos premisas principales: la preocupación por enfermar y el deseo de que cualquier herramienta sirva para evitar lo primero, como los denominados “productos milagro”, una dieta de moda o la nueva rutina de un famoso o una famosa.
Las fake news son especialmente dañinas en personas que han sufrido o sufren una enfermedad que implica cambios en la alimentación, o entre quienes tienen, por cualquier motivo, una salud mental más debilitada.
Incluso influyen en los familiares de estas personas por el mismo temor a no desarrollar estas dolencias. La relación con la alimentación se complica, por todo ello, cuando a las indicaciones básicas de prevención en torno a la dieta se le suman mensajes incorrectos y hasta perjudiciales.
“Al final, cualquier persona puede creer en estos mensajes. Pensemos que estas noticias falsas no siempre son rocambolescas. Encontramos bulos en la red con aire formal y científico, de escritura cuidada, en los que se nombra a un supuesto experto de cualquier universidad extranjera. Ya tendríamos un mensaje creíble”, explica González.
María del Carmen González, docente de UNIR.
Mujeres en el disparadero
Las mujeres son un objetivo específico de estos bulos alimenticios por la influencia de los cánones de belleza imperantes en la sociedad. Las mentiras más peligrosas en este sentido son aquellas que controlan en exceso las comidas o las camufladas bajo las llamadas dietas milagro, según la académica.
Parecen fáciles de asumir y de aplicar en el día a día, ofrecen en principio más beneficios que riesgos y no llevan mucho tiempo. Una de estas dietas puede prometer acabar con el sobrepeso en tan solo 21 días mediante el consumo de ciertos batidos que, además, pueden tener sabores agradables.
Pero no es así. La experta asegura que luego aparece el efecto yoyó o rebote: la frustración, el desánimo e incluso patologías de diversa índole que pueden resultar fatales, como los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Y al contrario de lo que se suele pensar, estos efectos perjudiciales no solo afectan a mujeres más jóvenes, sino a todas. Se han ampliado los rangos de edad y la casuística de quienes sufren estos engaños, añade María del Carmen González.
Cómo, por qué y desde cuándo: explicando estos bulos
“Internet ha cambiado la velocidad a la que se trasmite la información y el descontrol del receptor del mensaje, pero no tanto los temas”, lamenta la docente. “Antes de la era digital, la desinformación que se publicaba en prensa o en otros medios se debía mayoritariamente al desconocimiento, a la moda o al interés comercial. Actualmente siguen la misma línea”.
Casi cualquier persona puede generar una noticia falsa. Basta con propagar un mensaje por WhatsApp o publicar un post en Instagram o en Facebook. Cuanto más alarmante, más rápido correrá. Un tono adecuado y un formato serio contribuirá igualmente a asumirlo como verdadero.
“Es interesante: si la vecina te cuenta un bulo en el portal, puede que lo olvides o lo ignores. Sin embargo, cuando eres bombardeado una y otra vez por el mismo mensaje, cuesta evaluar si finalmente es real o no”, reconoce la experta.
Y todo esto… ¿Por qué? Puede que por nada. Es posible que no exista mayor motivo que el simple divertimento por generar alarma social, la maldad pura, opina la docente.
En otras ocasiones puede haber un interés comercial o monetario por parte de una empresa u organización que quiere vender a toda costa su producto o servicio, y ganar visualizaciones y posicionamiento en redes.
González también aprecia cuestiones ideológicas con las que se trata de convencer al mayor número posible de personas sobre un asunto concreto en torno a la alimentación.
Fuentes fiables y formación
Sin embargo, y pese a todo, hay formas de evitar estas trampas. La mejor opción para consultar cualquier asunto alimenticio es acudir a un dietista o nutricionista particular, asegura González, aunque cualquier profesional de la salud puede al menos orientar.
En internet también se pueden encontrar fuentes de información valiosas y fiables. Los Ministerios de Salud o de Consumo del Gobierno de España, así como muchas consejerías de salud de gobiernos autonómicos, cuentan con secciones divulgativas fiables.
Además, en las redes sociales pueden encontrarse perfiles de grandes profesionales de la nutrición que pueden servir de gran ayuda y que realizan una buena labor desmintiendo muchas de las noticias falsas, celebra la docente.
“La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) cuenta con una importante cantidad de artículos de fácil comprensión que pueden ser de gran ayuda”, remata.
Y, por supuesto, también es esencial la formación. La universidad fomenta el espíritu crítico y la búsqueda de la verdad, asienta las bases del conocimiento y enseña a manejar la información con criterio.
Además de estos aspectos generales, el Máster en Nutrición y Dietética de UNIR aporta información, temas y clases online con profesionales del sector para que resulte sencillo empaparse de esta realidad.
“Las actividades y el Trabajo Final de Máster ayudan a nuestros estudiantes a encontrar los métodos y las técnicas de búsqueda más adecuadas para encontrar la evidencia científica. Es importante que no solo sepan si la información es real o no, sino que puedan explicar por qué y dar una respuesta a la sociedad”, concluye la docente de UNIR.
