Elena González Guerra
Desde la más remota antigüedad, los seres humanos han buscado aumentar su belleza como medio de mejorar su vida. Y si hablamos de belleza, inevitablemente hablamos de cosmética. Pero no toda la cosmética es igual. Para que un cosmético resulte útil ha de cumplir varias condiciones.
La farmacia es un punto de consulta cosmética cada vez más frecuente. Si hasta hace unos años los medicamentos eran el principal objetivo del farmacéutico, en la actualidad los cosméticos están empezando a ocupar ese lugar de preeminencia.
No diremos que la terapéutica médica ha perdido interés. No. Pero sí diremos que el paciente-cliente acude a la farmacia para buscar un consejo cosmético, estético y coadyuvante de distintas terapéuticas cada vez más frecuentemente. Ese lugar de privilegio se lo está ganando la farmacia gracias a la formación académica: el fácil acceso, la ausencia de esperas, el tiempo sin premuras de dedicación, juegan a su favor.
Pero si no existe una formación específica que fundamente el consejo y consiga el beneficio buscado, estas ventajas no servirán de nada. La formación en el Máster en Dermofarmacia y Formulación Cosmética es el as de la baraja.
Cómo debe ser un cosmético
Desde la más remota antigüedad, los seres humanos han buscado aumentar su belleza como medio para mejorar su vida. Y si hablamos de belleza, inevitablemente hablamos de cosmética. Pero no toda la cosmética es igual. Para que un cosmético resulte útil ha de cumplir varias condiciones:
– Ser un producto seguro, que no dé lugar a intolerancias.
– Cómodo y agradable para facilitar el cumplimiento, porque sin constancia en el uso, no hay efectos suficientes.
– Tener una eficacia demostrada. Es preciso que haya superado medidas instrumentales objetivas, autoevaluación de usuarios, y evaluación de expertos cualificados. Así deben ser los exfoliantes, autobronceadores, maquillajes, antiarrugas, mascarillas… que indiscutiblemente mejorarán la calidad de vida y colaborarán en los tratamientos de diferentes patologías como los retinoides útiles en acné y psoriasis, los fotoprotectores en intolerancias solares, los hidratantes en dermatitis irritativas, la vitamina C en pigmentaciones, la vitamina B en inflamaciones y tantos otros.
El paciente-cliente acude a la farmacia para buscar un consejo cosmético, estético y coadyuvante de distintas terapéuticas cada vez más frecuentemente”
Se busca el cosmético idóneo con el consejo acertado. El dermatólogo es un buen prescriptor. No cabe duda de que conoce la piel sana y enferma con profundidad.
Por eso, siempre recomendará cosméticos de venta en farmacia, el lugar donde la calidad y la formación científica se unen en la dispensación.
Dermofarmacia en tiempos de crisis
Dado que muchos de los cosméticos usados por la mayoría no se consideran de primera necesidad, parecería lógico que en tiempos económicamente difíciles el sector cosmético se resintiese de forma espectacular.
Sin embargo, algunos productos, como el pintalabios, aumentaron espectacularmente en ventas en la crisis mundial del 29. En la reciente crisis iniciada en el 2008 en España, y a pesar de las presiones financieras, las compras de cosméticos disminuyeron menos que otros sectores, aumentando desde el año 2015 hasta alcanzar un consumo de 6.820 millones de euros en 2017, según los datos de Stanpa.
La explicación a este fenómeno es de índole psicológica: la necesidad de sentirse bien, aunque la economía desfallezca, se dirige a los cosméticos como medio sensible y relativamente asequible de mejorar emocionalmente.
En la actualidad, los cosméticos para el cuidado de la piel son la categoría más importante para los españoles (28% del total) según la misma fuente referida más arriba. La dermofarmacia ha demostrado suficiente madurez tras haber duplicado su volumen de negocio en los últimos 8 años.
Para seguir así, para que la dermofarmacia continúe siendo un negocio rentable, y sobre todo para que sea un negocio ético, respetado, elegido, prestigiado, etc., es precisa la formación, que es la base del buen hacer. En ello estamos.