Olga Cañizares Gil
La coach Olga Cañizares explica una serie de pautas básicas que sirven para poder desarrollar la Inteligencia Emocional aplicada en todos los ámbitos y, de esta manera, lograr una vida equilibrada.
Seguro que todos hemos leído algún artículo sobre Inteligencia Emocional buscando comprender cómo activarla en nosotros e, incluso, explorar si podemos considerarnos emocionalmente inteligentes.
Tanto se ha escrito ya que cualquier artículo puede resultar reiterativo e insistente. Aún así, nos parece interesante sintetizar algunas claves, algunos principios básicos que sirvan de herramienta para conocerse a través de la dimensión emocional.
Las claves de la Inteligencia Emocional
Este conocimiento requiere de un entrenamiento permanente. Un entrenamiento que ofrezca información de cómo son nuestras reacciones ante lo que vivimos y experimentamos cada día:
- Observación.
- Participación.
- Disciplina.
- Honestidad.
- Compromiso.
- Ecología personal.
1. Observación
Mantener una atención continua hacia lo que pensamos, hacia lo que sentimos, hacia lo que decimos y hacemos. Observar qué situaciones y/o personas estimulan en nosotros reacciones que no siempre son elegidas. Y de eso se trata, de que seamos los guionistas y los directores de nuestras vidas.
Os invito a que os pongáis el reto de observaros durante un día completo. Para que sea más fácil, elijamos situaciones cotidianas: mientras desayunamos, cuando nos duchamos, cuando hablamos con nuestra familia, cuando nos desplazamos. Empecemos observando lo que pensamos e identifiquemos qué pensamientos nos hacen sentir bien y cuáles no.
Observemos luego las emociones que aparecen y qué información sobre nosotros nos traen. De inmediato, observando pensamientos y emociones, nos encontraremos con nuestros sentimientos y podremos darnos cuenta de cómo nos afecta lo que pensamos.
Nuestros comportamientos-conductas, suelen aparecer “en automático”. Es ahí donde la observación nos va a permitir elegir aquellas conductas que más nos ayuden a conseguir nuestros objetivos.
Nuestros comportamientos-conductas, suelen aparecer “en automático”. Es ahí donde la observación nos va a permitir elegir
2. Participación
La participación es la acción y el efecto de participar, tomar parte en algo. En este caso, nos referimos a nuestras propias vidas. Tomemos la decisión de participar, de intervenir en ella y tendremos la poderosa sensación de que estamos pasando por la vida y no la vida por nosotros.
3. Disciplina
Definamos las actitudes que necesitamos para desarrollar las competencias necesarias para conseguir nuestros objetivos y comprometámonos en activarlas ¡cada día!
Pidámonos el esfuerzo que necesitamos para construirnos como la persona que queremos ser y marquémonos los caminos necesarios para lograrlo. Esos caminos son los que cada uno construyamos, hagámoslo a nuestra medida, de acuerdo con nuestros valores, con nuestros gustos, con nuestras necesidades.
Se trata de que la disciplina nos ayude a sentirnos en la excelencia, no en la exigencia.
4. Honestidad
¿Con quién? Con nosotros mismos, ¡claro!. Comprometámonos a contarnos la verdad sobre lo que vamos descubriendo de nosotros mismos. Es fácil que justifiquemos nuestra forma de pensar, nuestras acciones, pero si hemos decidido desarrollar en nosotros la competencia del autoconocimiento es el momento de aceptar la mayor parte de nuestras incoherencias.
Es ahí donde está una de las claves de la generación de confianza, con uno mismo y con los demás. Si decidimos ser honestos con nosotros mismos, tenemos que reconocer las veces que pensamos una cosa, decimos otra y actuamos de otra. Solo siendo conscientes estaremos en disposición de poder hacer los cambios que consideremos necesarios.
5. Compromiso
Es la clave que engloba a todas las demás. Si no activamos nuestros compromiso difícilmente podremos observarnos, disciplinarnos, ser honestos o ecológicos. El compromiso es nuestra capacidad para tomar consciencia de la importancia de cumplir con algo que hemos acordado con nosotros mismo antes.
El compromiso es nuestra capacidad para tomar consciencia de la importancia de cumplir con algo que hemos acordado con nosotros mismo antes
Para que exista un compromiso es necesario que tengamos consciencia de lo que queremos, de hacia dónde vamos. Es decir, no podemos comprometernos en hacer algo si desconocemos los aspectos de nuestro compromiso, las obligaciones que supone.
El compromiso supone un esfuerzo permanente hacia la consecución de nuestras metas, lo que implica un alto grado de coordinación y alineamiento entre todas nuestras dimensiones: la corporal, la mental, la espiritual y la social.
6. Ecología personal
Podemos decir que ser ecológico es tener en cuenta el conjunto de mecanismos y recursos que utilizamos, para mantener un equilibrio físico, psicológico, emocional y social.
Nuestra ecología afecta directamente a nuestras relaciones con nosotros, con nuestro entorno y con los demás. Es decir, se trata de darse cuenta de que nuestras acciones, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos tienen repercusión en nosotros mismos y en nuestro medio.
Tener en cuenta la clave de la ecología personal nos permitirá vivir y desarrollarnos como personas, como integrantes de una empresa y/o una organización. Esta actitud generará un balance que nos aportará el equilibrio necesario para el correcto desarrollo de nuestra dimensión emocional.
Los beneficios de desarrollar la Inteligencia Emocional
Estos principios básicos son “la caja de herramientas” que nos permitirá ser conscientes de las respuestas emocionales con las que nos manejamos en nuestras vidas y, de esta forma, empezar un camino de autoconocimiento emocional muy productivo que nos permitirá:
- Percibir, valorar y expresar nuestras emociones y la de los demás.
- Utilizar adecuadamente nuestras respuestas, comprendiendo, analizando y utilizando nuestro conocimiento emocional para facilitar nuestros pensamientos.
- Regular y canalizar nuestras emociones.
- Percibir las sensaciones físicas de nuestro cuerpo.
El buen uso de nuestras emociones es individual y único. Cada persona en su vida, en su puesto de trabajo, vive situaciones únicas y diferentes y, por tanto, nuestro desarrollo también lo es y siempre será fruto de un entrenamiento constante.