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La terapia psicológica conocida como Psicología Holística se basa en la integración del cuerpo, el alma y la mente para entenderlo como un todo y alcanzar el crecimiento personal.
La Psicología Holística es un tipo de terapia que se engloba en la corriente humanista, la cual contempla las emociones y los trastornos a partir de la unión del cuerpo, el espíritu y la mente, planteando así un concepto evolutivo de la persona.
La Psicología Holística tiene su origen en el término holística, que hace referencia a la filosofía que se basa en un sistema que no entiende de la suma de sus partes, sino de un todo. Esta visión se ha extrapolado a otras áreas, como la Educación o la Psicología. En el caso de esta última se incorpora en la parte de esta disciplina que se ocupa de estudiar las emociones que le generan a una persona sus problemas, alteraciones y vivencias con el objetivo de desarrollarse personalmente.
Esta terapia psicológica tiene como objetivo integrar cuerpo, alma y mente. El cuerpo de las personas se ve afectado por los pensamientos y emociones que vive y, por esta razón, es necesario aprender a entenderlas y conocerlas. Así, la gestión de los problemas o conflictos será más resolutiva, accediendo al inconsciente e integrándose con la consciencia plena.
Aplicaciones de la Psicología Holística
La Psicología Holística se emplea cuando se considera que hay diferentes factores que trabajan e interactúan entre sí, y este conjunto afecta al comportamiento o al estado emocional del paciente. El concepto de evolución personal es muy importante en esta terapia, ya que para abordar los problemas emocionales aporta herramientas orientadas a que el paciente asuma las responsabilidades que ocupan su vida, y sea más resolutivo respecto a estas.
Esta terapia se posiciona como una de las más elegidas cuando se trata de encontrar o situar el origen del problema, ya que incorpora muchos factores y eso aumenta la probabilidad. Las intervenciones en esta terapia se caracterizan por el aumento del tiempo empleado en el análisis y en la evaluación, lo que se traduce en la consecución de un cambio más estable para el paciente.
Al considerar al paciente de una forma integral, se abordan muchos de los aspectos que influyen en la manera en que se siente a nivel mental, social y físico. Así, se alcanza una perspectiva completa sobre el paciente y su situación.
Uno de los problemas más comunes tratados con esta terapia es la gestión de la culpa respecto a otras personas. Estas no se responsabilizan de sus actos o no tienen la conciencia aún de que por sí mismas pueden tomar soluciones respecto a sus conflictos, haciendo así responsable al entorno y no a sí mismo. Este tipo de terapia permite liberar esta conciencia para que el paciente alcance su bienestar, logrando el crecimiento personal y el avance en su desarrollo evolutivo.
Los profesionales de la Psicología o Psiquiatría al emplear este tipo de terapia tratan a sus pacientes desde una perspectiva contextual, rescatando la personalidad e identidad original de los mismos. La unión del cuerpo, el espíritu y la mente consigue que los problemas emerjan y el paciente logre identificarlos, para así poder enfrentarse a ellos. La relación con el terapeuta y el estado del paciente serán determinantes en la intervención, tanto para alcanzar su bienestar como para marcar el ritmo que necesite el paciente.