Como en muchos otros sectores, la COVID-19 ha traído un cambio en la forma de trabajar de psicólogos y trabajadores de la salud mental. He aquí un resumen.
La situación de emergencia que comenzó en nuestro país hace ya un año requirió acciones rápidas. La COVID-19 supuso un panorama sin precedentes a nivel mundial con las consecuencias que ya todos conocemos.
A nivel emocional y mental ha significado un choque que aún estamos gestionando en cuanto a sus efectos, y para el sector profesional de la salud mental fue y sigue siendo un reto: adaptarse a la nueva situación para poder seguir desarrollando el trabajo con eficacia y gestionar las emociones propias y de los pacientes debido a la pandemia.
Tal y como explica la profesora del Máster en Psicoterapia de UNIR, María Victoria Sánchez, el confinamiento fue un contexto en el que los terapeutas no contaban con el tiempo que necesitan regularmente para tratar estados traumáticos, ello provocó la realización de un esfuerzo extra por adaptar los tratamientos a los requerimientos de cada individuo.
Psicólogos y terapeutas trabajaron pacientes ingresados en plantas y en la UCI, familiares de esos pacientes y de los fallecidos, así como personas para las que el encierro conllevó la búsqueda de ayuda externa.
Con ello tuvieron que acudir a recursos como las herramientas digitales, que muchos no habían empleado hasta ahora.
“En mi opinión los profesionales de la psicología han mostrado una gran capacidad de resiliencia y adaptación sin precedentes”, opina la doctora Raquel Balmaseda, directora del Máster de Neuropsicología Clínica de UNIR. La psicóloga continúa: Creo que además ha sido rápida, pues lógicamente han visto peligrar el trabajo. Todo esto tiene más mérito aun porque la pandemia ha afectado a todas las personas, por lo que los psicólogos y psicólogas que han hecho un esfuerzo por superarse y adaptarse, a su vez estaban y están afectados por la misma”.
Cuidarse para poder cuidar
Y es que, como detalla Raquel Balmaseda, los terapeutas también han vivido en lo personal las consecuencias del coronavirus, y con frecuencia, durante 2020, tuvieron que olvidarse de sí mismos para atender a pacientes que estaban muy necesitados de ayuda emocional.
“Si una persona no se cuida a sí misma es difícil que pueda tratar de cuidar o ayudar a otra persona. Por esto pienso que los mismos profesionales debemos estar atentos a posibles signos de alarma que nos hagan consultar con otros compañeros o compañeras”. En este sentido, han tenido que recurrir a algún tipo de terapia cuando ha sido necesario para poder estar mejor y ser así de utilidad a los pacientes.
Organizaciones como los colegios de psicólogos han activado programas y plataformas de atención online y telefónica. Estas han servido de apoyo a todos los profesionales que han tenido que adaptar su trabajo a la nueva situación.
Los recursos que se están empleando
Las herramientas digitales han resultado imprescindibles durante este tiempo. Los terapeutas se hicieron con el conocimiento necesario para manejar plataformas y recursos digitales que les permitiera realizar sesiones vía online:
- Obtención del equipo necesario: ordenador con cámara y micrófono, conexión online segura, selección de la plataforma para las sesiones, iluminación adecuada de la estancia.
- Conocimientos sobre las implicaciones legales en cuanto a tratamiento de información vía online.
- Contacto previo con el paciente para informarle y ofrecerle garantía de seguridad en cuanto a la información y establecimiento de un espacio seguro por su parte (que la persona se pueda sentir confiada al hablar en la habitación en la que se encuentra, por ejemplo).
Así, la terapia online o telerrehabilitación ha pasado a formar parte del trabajo habitual de los psicólogos. Como explica Raquel Balmaseda, es algo que ya se venía empleando desde hace décadas y que ahora con las circunstancias ha tomado un matiz protagonista, “especialmente la encaminada a la recuperación y/o compensación de alteraciones cognitivas y de conducta, donde el paciente utiliza diferentes softwares y apps de ejercicios que entrenan diversos dominios cognitivos y conductuales supervisados por el profesional vía web”.
María Victoria Sánchez señala que, en esta etapa de la pandemia, las intervenciones se han focalizado en el acompañamiento psicológico, la prevención del duelo patológico o del estrés postraumático, y se han adaptado “las intervenciones que conocemos (ejemplos: terapia narrativa, mentalización, mindfulness, EMDR y otras) según las necesidades de la persona que estamos atendiendo en la medida que el contexto lo permite”.
Algunas de las ventajas que está ofreciendo la terapia online son:
- El paciente puede recibir tratamiento en cualquier lugar y con cualquier soporte digital.
- Tiene una mayor flexibilidad horaria.
- Tiene una mayor privacidad en cuanto a que, comunicarse con su terapeuta desde casa o cualquier lugar privado, elimina el traslado a un sitio, lo que supone una ventaja si no quiere que se conozca su asistencia a terapia.
- Le da más oportunidades a personas con una movilidad reducida.
- Supone un coste menor al eliminar gastos presentes en las terapias presenciales como el alquiler de una consulta.
Por último, la terapia online bien hecha tiene la misma efectividad que su versión presencial. Con el auge en el último año se podrán obtener más datos de sus resultados, lo que redundará de forma positiva en el desarrollo del trabajo de los terapeutas.
- Máster Universitario en Psicoterapia