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Los psicólogos contribuyen a la integración de los usuarios a su llegada al centro, trabajan para prevenir la depresión y otros trastornos asociados al envejecimiento, además de prestar asesoramiento a familiares.
El cuadro de personal de un centro residencial de personas mayores depende del tipo de centro (por ejemplo, si sus residentes son grandes dependientes requiere de mayor número de especialistas), su titularidad o comunidad autónoma. Dentro del área psicosocial, y en sintonía con prestar una atención integral que vaya más allá de los cuidados físicos, cada vez cobra mayor relevancia la figura del profesional de la psicología. Así, las funciones del psicólogo de una residencia de ancianos son fundamentales para acompañar a las personas residentes en los cambios que se producen en esta etapa de la vida.
En España hay un total de 6.116 centros de atención residencial, de los cuales 587 son viviendas para mayores y 5.529 residencias, según recoge el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) en su informe de 2020. En las residencias se ofertan más de 389.677 plazas y en ellas se prestan todo tipo de servicios que buscan el bienestar de sus usuarios a nivel físico y emocional. Por eso, entre los profesionales de los centros residenciales tiene cada vez un mayor peso la psicología.
El personal requerido en las residencias de mayores depende de cada centro en función de variables como las necesidades de los usuarios (no es lo mismo no dependientes que personas con demencias). Cada comunidad autónoma regula los requisitos mínimos del personal. En el caso de centros cuya gestión no recaiga en la administración pública, el documento de base es el VII Convenio Colectivo Marco Estatal de Servicios de Atención a las Personas Dependientes y Desarrollo de la Promoción de la Autonomía Personal.
¿Cuáles son las funciones de un psicólogo en una residencia de ancianos?
Los psicólogos que trabajan en centros residenciales de mayores se incluyen dentro de las áreas de servicios socioasistenciales o psicosocial. Entre sus principales funciones señalar:
- Colaboración en el diseño del plan de intervención del centro dentro de un equipo multidisciplinar en el que el área de salud psíquica tenga un peso específico.
- Asesoramiento y formación a otros miembros del personal que pueden verse sobrecargados emocionalmente por el trabajo del día a día y/o situaciones excepcionales.
- Valoración neuropsicológica del usuario a su llegada a la residencia para determinar cómo se encuentra emocionalmente y redactar el informe psicológico correspondiente.
- Seguimiento del usuario para ver cómo se adapta al centro y cómo evoluciona, fomentando su integración y participación en las diferentes actividades.
- Tratamientos psicoterapéuticos adaptados a cada individuo y/o grupo.
- En caso de ser necesaria una intervención por demencia, problemas psicológicos o similar, seguimiento del usuario para analizar qué tipo de atención necesita en cada momento.
- Creación, planificación y gestión de programas de intervención psicosocial en los que se combinan las terapias grupales (como grupos de autoayuda) con las individuales. En ellos se deben incluir intervenciones a nivel cognitivo, psicoafectivo, actividades cotidianas, ocio, etc.
- Prevenir la depresión y otros trastornos asociados al envejecimiento por el hecho de sentir soledad, vulnerabilidad, sensación de abandono…
- Terapias y/o intervenciones en situaciones que pueden generar ansiedad en los usuarios como el fallecimiento de la pareja, una convalecencia o pensar en la propia muerte.
- Asesoramiento a las familias sobre su nueva relación con el usuario al estar institucionalizado, así como la organización de actividades que contribuyan a la aceptación de determinadas enfermedades.
Formación para ser psicólogo en una residencia
La formación de base para ser psicólogo en un centro residencial de ancianos es el Grado en Psicología. La especialización viene de la mano de posgrados como el Máster en Psicología General Sanitaria o en Psicogerontología. En este sentido, es importante la calificación de cada centro o residencia de mayores, ya que pueden prestar servicios sanitarios o no.
En caso de estar inscrito en el registro de Servicios, Centros y Servicios Sanitarios (dependiente de cada comunidad autónoma), al menos uno de los psicólogos del centro deberá contar con la condición de sanitario (puede ser a través de máster, habilitación o PIR).
Los psicólogos que trabajan en un centro gerontológico juegan un papel fundamental en el bienestar de sus usuarios, aportándoles herramientas y estrategias para encarar los cambios a nivel físico, cognitivo y emocional que se producen a medida que se cumplen años.