Xavier Lorente Guerrero
Las habilidades que desarrolla toda persona para alcanzar la plenitud, son también las que debe desarrollar el profesional de la Psicología. Estas son siete habilidades que desarrollan los alumnos del Grado en Psicología online de UNIR.
Como seres humanos, el profesional y la persona ayudada tienen las mismas características. Los aspectos que diferencian a ambos varían en función de cómo cada uno de los individuos se sitúa frente al problema. Las habilidades que desarrolla toda persona para alcanzar la plenitud, son también las que debe desarrollar el profesional de la Psicología.
En este sentido, es preciso considerar a la persona en su capacidad de dotarse de sentido, percibir, de sentir y emocionarse, de pensar, de optar y, finalmente, y como consecuencia de los procesos anteriores, de actuar, decidir, hacer y comportarse.
En una relación de ayuda es de vital importancia reconocer la capacidad del individuo en cada uno de sus componentes.
Un claro ejemplo lo encontramos en el autor J. Chalifour (1994), que ya nos indicaba que la persona, tanto la persona ayudada como la que ayuda tiene una serie de componentes que la hacen única e irrepetible. Estas son siete habilidades que desarrollan los alumnos del Grado en Psicología online de UNIR.
1. Identidad
Las personas incorporamos de forma continua experiencias en la historia de nuestra vida y las vamos significando, les damos una forma (perfil) y un sentido (significado). Los significados personales propios que inciden en la configuración de la identidad individual, en los procesos de identificación y pertenencia a un grupo, a una generación, a un país, a una cultura… Los significados personales individuales conforman la subjetividad del individuo.
2. Percibir
Percibir quiere decir recibir información, conocer aquello que le ocurre en su mundo interno y en su entorno. La persona es capaz de percibir esta información a través de los sentidos (capacidad sensorial) y también a partir de lo que Chalifour, denomina los sentidos internos (la intuición, el tópico sexto sentido…)
3. Sentir
Después de percibir el entorno, la persona pasa a vivir hechos que le preocupan desde su capacidad emotiva. Cuando alguien de nuestro entorno ha sufrido alguna situación dolorosa o problemática, reaccionamos desde nuestra capacidad emotiva. Los sentimientos nos llevan a vivir emocionalmente las problemáticas sin habernos parado a pensar en la reacción que tenemos o si nuestra forma de actuar es la más adecuada.
La persona que necesita ayuda después de percibir la realidad siente, lee emocionalmente los problemas que le dificultan una vivencia subjetiva positiva. El sentimiento puede ser definido como una experiencia subjetiva que acompaña las emociones.
4. Pensar
El pensamiento, el hecho de pensar y razonar es un nuevo paso. Varias funciones complejas están incluidas en el concepto de pensamiento; el razonamiento, el juicio, la planificación, la estructuración, son algunas de estas funciones.
La persona piensa, razona la situación en la que se encuentra y a la vez es capaz de reconocer y valorar las reacciones emotivas, y si es preciso las modifica para un mejor afrontamiento de los problemas personales.
5. Tener motivaciones
Otro componente importante son las motivaciones personales que vienen determinadas por las necesidades personales, los valores, las intenciones que son propias del individuo. La motivación vendría determinada por el deseo de satisfacer las necesidades personales. Es en el deseo donde se esconde el motor motivacional que mueve a la persona a que desarrolle los mecanismos necesarios para dar respuesta a las situaciones problemáticas que vive.
6. Actuar y decidir
Por último, la persona actúa, dice, hace y manifiesta comportamientos. El comportamiento es fruto de todo el proceso citado. No se pueden valorar los comportamientos de la persona sin conocerla en su globalidad, sin tener información sobre lo que siente o piensa, o sin conocer las intenciones ni deseos que la mueven a actuar de una determinada manera.
7. Hacer y comportarse
El concepto de autoayuda sugiere un enfoque individualista “ayudarse a uno mismo”, mientras que la ayuda compartida expresa la participación recíproca y compartida de la ayuda. La autoayuda se basa en el hecho de descubrir y hacer uso de los recursos personales. Nadie me dará una solución a mis problemas; las soluciones pasan por una toma de decisión personal propia a partir de los recursos y de la capacidad de resistencia.
La autoayuda compartida genera el concepto de ayuda mutua en la que el diálogo entre los afrontamientos personales, ante problemas similares que sufre cada individuo, genera en las personas afectadas el hecho de descubrir que los recursos personales ayudan a paliar y resolver dificultades y situaciones de vulnerabilidad.