UNIR Revista
El médico húngaro Rudolph Bálint descubrió lo que hoy se llama síndrome de Bálint, una patología poco común vinculada a problemas visuales. ¿Cómo detectarla y cuál es su tratamiento?
La historia del síndrome de Bálint comienza a principios del siglo XX. En concreto, en el año 1909 el neurólogo húngaro Rudolph Bálint publica un artículo en el que habla de un paciente con un caso atípico: un sujeto con dificultades para coger objetos de forma precisa e incapaz de escribir o dibujar debido a problemas de visión.
Desde entonces, y en honor a su apellido, esta patología se llama síndrome de Bálint. Se origina debido a lesiones bilaterales en ambos lóbulos parieto-occipitales del cerebro que provocan alteraciones en la percepción visual. Esta condición neuropatológica daña la capacidad de percepción de las personas que, por ejemplo, no pueden adaptar el movimiento de su mano a la visión de un objeto o no perciben las cosas de manera precisa.
El síndrome de Bálint se caracteriza por el siguiente conjunto de síntomas:
Ataxia óptica
Se trata de un trastorno en la coordinación entre la visión y el movimiento de la mano. Por extensión, la persona es incapaz de adaptar los movimientos de su mano a la visión de los objetos y eso provoca problemas en acciones cotidianas como coger objetos.
Parálisis psíquica de la mirada
En los ojos de las personas con el síndrome de Bálint no se producen movimientos espontáneos. La mirada tiende a permanecer fija sobre algún elemento.
Trastorno general de la atención visual
Bálint advirtió que los pacientes con este síndrome dirigían su atención visual de forma permanente hacia la parte derecha de su espacio.
Las personas que sufren el síndrome de Bálint no son capaces de localizar estímulos visuales, tienen problemas en la percepción de la profundidad y en la capacidad de cambiar la dirección de la mirada cuando aparece un estímulo nuevo.
También es muy común la presencia de simultagnosia, que se da cuando el paciente puede detectar detalles muy concretos de un objeto o situación, pero, a la vez, no es capaz de configurar y ver la escena global. Dicho de otra manera, podría detectar una mancha en un cuadro, pero no saber cuál es la imagen global representada.
En el síndrome de Bálint se encuentra dañada la vía del dónde, una de las dos vías que componen el sistema visioperceptivo humano y se encarga de analizar el contenido de lo percibido por la vista.
Los accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos, enfermedades neurodegenerativas o infecciones víricas son algunas de las causas que pueden provocar los daños neurológicos que originan el síndrome.
El tratamiento del síndrome de Bálint
En la actualidad, no existe ninguna cura posible para este síndrome, ya que estamos hablando de una lesión irreversible en el sistema nervioso central. Además, como el lector puede imaginar tras la descripción de los síntomas, las personas con esta condición ven muy limitada la posibilidad de llevar una vida independiente.
El objetivo en el síndrome de Bálint es intentar mejorar las funciones que el paciente haya perdido tras su lesión e intentar proporcionarle la mayor calidad de vida posible. Es muy común el uso de la terapia ocupacional como enfoque principal con el objetivo de identificar qué cosas puede hacer el paciente sin problemas y en qué áreas necesitará un mayor apoyo.
También resulta muy importante abordar las posibles condiciones psicopatológicas que pueden aparecer unidas al síndrome. Es habitual la presencia de trastornos depresivos o de ansiedad dada la pérdida de habilidades que sufren los pacientes.
Por último, hay que indicar que el síndrome de Bálint ha sido objeto de muchas investigaciones que persiguen entender mejor su fisiopatología y cómo abordarlo de forma más eficaz. No obstante, siguen siendo necesarias más líneas de investigación y formaciones especializadas. Posgrados como el Máster en Neuropsicología Clínica de UNIR buscan aportar mayor conocimiento y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.