Raquel Balmaseda
Muchos pacientes que necesitaban asistencia en plena crisis sanitaria no han podido recibirla y la solución alternativa ha sido realizarla vía online.
En pocos meses, la COVID-19 se ha convertido en una pandemia que afecta hoy en día a todos los países del mundo. Numerosos neuropsicólogos y profesionales de la salud vieron de la noche a la mañana la imposibilidad de realizar su trabajo, y optaron por la intervención online. Adaptar los tratamientos presenciales a un formato de telerehabilitación ha supuesto sin duda una lección de adaptación al cambio y de resiliencia para muchos profesionales en general y para psicólogos y neuropsicólogos en particular.
Las medidas para contener el virus tales como el uso de mascarilla, el distanciamiento social y el confinamiento han supuesto una profunda transformación de la sociedad. Entre las personas más vulnerables hacia el coronavirus, se encuentran las personas mayores y con patologías previas. Tal es el caso de las personas atendidas en unidades de trastornos neurológicos, en centros de neurorrehabilitación y consultas de neuropsicología.
Perfiles vulnerables al virus
Un amplísimo rango de personas con patologías que afectan al cerebro son atendidas en estas unidades, centros y consultas que cubren un gran espectro de trastornos ocurrentes en todas las edades: desde niños con trastornos del neurodesarrollo, hasta daño cerebral sobrevenido debido a un traumatismo craneoencefálico, un ictus o un tumor cerebral.
También encontramos a personas con deterioro cognitivo y repercusiones emocionales, conductuales y funcionales causadas por diferentes enfermedades neurológicas como párkinson, esclerosis múltiple o trastornos neurodegenerativos como demencias.
Además, las personas mayores habitualmente presentan algún grado deterioro cognitivo y una merma en las actividades de la vida diaria, por lo que con mayor asiduidad acuden a centros especializados en estimulación cognitiva o a “talleres de memoria”. Gracias a ellos, pueden mantener y conservar sus habilidades cognitivas, al mostrar estos tratamientos su eficacia para retrasar el deterioro cognitivo asociado a la edad e incluso el deterioro incipiente debido a un trastorno neurodegenerativo.
La importancia del tratamiento online en plena crisis sanitaria
Ante la saturación de los centros asistenciales y ser un foco importante de contagio, muchas personas que necesitaban asistencia no han podido recibirla durante la pandemia. Muchos centros de atención socio-sanitaria han permanecido cerrados durante el estado de alarma decretado y las medidas restrictivas de seguridad e higiene impuestas en su reapertura, unido al miedo generalizado al contagio en estas poblaciones de riesgo y vulnerables, ha supuesto que se interrumpiera el tratamiento que ya recibían estas personas.
Una solución alternativa para su continuación ha sido realizarlo online, lo que se ha venido a llamar telerehabilitación, que consiste en proporcionar de manera telemática diversas intervenciones motoras, cognitivas, emocionales, conductuales y funcionales. Todo ello, por medido de consultas, sesiones, monitorización y seguimiento que hace el profesional sobre el paciente desde un ordenador o soporte en red. De esta forma, los pacientes pueden estar seguros y protegidos en casa y al mismo tiempo continuar con su tratamiento.
La telerehabilitación no es algo nuevo, sino que venía desarrollándose en las últimas décadas, especialmente la encaminada a la recuperación y/o compensación de alteraciones cognitivas y de conducta, donde el paciente utiliza diferentes software y apps de ejercicios que entrenan diversos dominios cognitivos y conductuales supervisados por el profesional vía web. Entre sus ventajas se encuentran: poder recibir tratamiento desde cualquier lugar, usar cualquier soporte (ordenador, tablet, teléfono móvil…), y reducir los costes de los tratamientos, permitiendo una accesibilidad a los mismos prácticamente ilimitada.
¿Ofrece la telerehabilitación los mismos resultados?
No era una forma habitual de intervención en este tipo de pacientes, pero diversas investigaciones han indicado que es útil para tratar tanto aspectos cognitivos como psicosociales y que produce mejoría al mismo nivel que las terapias presenciales tradicionales, por lo que multitud de pacientes pueden beneficiarse de este tipo de intervención.
No obstante, son necesarios más estudios que evalúen los efectos de la telerehabilitación y quizá, ante la proliferación de los mismos, sea una ocasión perfecta para entrenar a clínicos y profesionales en nuevas modalidades de asistencia, desarrollar herramientas de trabajo online y para el estudio de su eficacia y utilidad.
La pandemia aún no ha acabado, incluso pueden aparecer nuevas epidemias o circunstancias para las que ya estaremos preparados y donde hemos demostrado ser capaces de innovar, de buscar alternativas, soluciones y oportunidades. La telerehabilitación puede ser una alternativa válida y eficaz para hacer llegar la terapia a quien la necesita y muy probablemente coexista a partir de ahora con los tratamientos presenciales, por lo que con toda seguridad ha llegado para quedarse.