UNIR Revista
La gammagrafía ósea permite identificar y controlar varios tipos de enfermedades óseas además de detectar cáncer metastásico al hueso. En UNIR os explicamos cómo funciona.
La gammagrafía ósea se emplea fundamentalmente para averiguar varios tipos de enfermedades en los huesos. Además, representa una herramienta útil a la hora de analizar si un tratamiento contra el cáncer está afectando a los huesos, detectar cáncer óseo o verificar si se ha producido una metástasis hacia los huesos desde la ubicación original del tumor.
Una gammagrafía ósea es una prueba diagnóstica muy sensible a cualquier diferencia que se presente en el metabolismo óseo. Por tanto, su empleo puede ser útil para los siguientes casos:
- Analizar o determinar la causa de dolor en el hueso, cuando no se haya identificado ninguna otra causa.
- Diagnosticar un tumor o un cáncer de hueso.
- Determinar si un cáncer que empezó en otra parte en su cuerpo se ha propagado a los huesos. Los cánceres comunes que se propagan a los huesos abarcan el de mama, pulmón, próstata, tiroides y riñón.
- Verificar la existencia de enfermedades como la artritis, la enfermedad ósea de Paget, así como evaluar otros trastornos metabólicos, como la osteoporosis, el hiperparatiroidismo primario o el síndrome de dolor regional complejo.
- Diagnosticar una fractura en caso de que no pueda apreciarse en una radiografía convencional. Suele ser útil concretamente en las fracturas de cadera o de la columna vertebral, así como en aquellas producidas por sobrecarga en las piernas o en los pies.
- Comprobar si se ha producido osteomielitis, es decir, una infección de las articulaciones, prótesis articulares o huesos.
- Verificar la existencia de necrosis avascular, un trastorno óseo caracterizado porque el suministro de sangre a los huesos está alterado o bien se ha producido la muerte del tejido óseo.
¿Cómo funciona la gammagrafía ósea?
Se trata de una prueba de medicina nuclear que conlleva la inyección en el torrente sanguíneo de una cantidad muy pequeña de una sustancia radioactiva, un radiofármaco llamado marcador. Esta viaja por la sangre hasta los huesos y los órganos, en donde se absorbe en diferentes cantidades.
Así, a medida que va desapareciendo emite un poco de radiación en forma de rayos gamma, que pueden ser detectados por una cámara gamma especial, que poco a poco va escaneando el cuerpo, tanto por encima como alrededor del mismo, y con ayuda de un ordenador creará las imágenes programadas para la exploración.
En concreto, las imágenes se pueden realizar aproximadamente durante una hora y poco después de la inyección del material radiactivo. También tres o cuatro horas después, cuando el marcador ya está acumulado en los huesos, un proceso que se denomina gammagrafía ósea, y que puede indicar la presencia de cáncer (cuando las células y los tejidos están cambiando absorben más cantidad del marcador).
Detectar daños o cambios en los huesos
Otra de las ventajas de la gammagrafía ósea, que es realizada por técnicos en medicina nuclear, es que se trata una prueba diagnóstica capaz de detectar actividad a nivel molecular dentro del cuerpo, por lo que ofrece la posibilidad de identificar enfermedades en sus etapas tempranas. De hecho, una gammagrafía ósea puede encontrar anormalidades en los huesos mucho antes que un examen de rayos X.
En el caso de que la prueba detecte daños o cambios en los huesos, previsiblemente será necesaria la realización de pruebas complementarias de cara a un diagnóstico preciso de enfermedad, tipo una biopsia, una resonancia magnética o una tomografía computarizada o TAC, así como una tomografía por emisión de positrones o PET.
Sin efectos secundarios
Se puede sentir una sensación de frío que sube por el brazo durante la inyección del radiofármaco, pero posteriormente no se suelen presentar efectos secundarios. No es una prueba que cause dolor. Tampoco es precisa la anestesia para la misma y en raras ocasiones se necesita sedación.
Durante la prueba es importante que el paciente permanezca quieto. A veces se le solicitará cambiar de posición. Por otro lado, se suele aconsejar a los pacientes beber más agua de lo normal uno o dos días después de la prueba para evitar que el material radiactivo se acumule en la vejiga. Todo el radiofármaco se elimina completamente del cuerpo hasta dos días después de la gammagrafía.
En última instancia, se debe consultar con un especialista en caso de presentar hinchazón o enrojecimiento alrededor de la inyección en el brazo, o en el caso de que se presentara dolor. No obstante, por regla general quienes se someten a una gammagrafía ósea pueden continuar con su vida normal tras la realización de la prueba.
Es importante conocer qué es una gammagrafía ósea, puesto que representa una de las pruebas diagnósticas más útiles hoy en día para la Medicina. De ahí la importancia de que los profesionales médicos cuenten con una formación específica al respecto. En ese sentido, el Máster en Hematología y Oncología Pediátrica de UNIR puede servir de herramienta complementaria en la formación de todos los médicos a la hora de realizar diagnósticos y encontrar aquellos factores que puedan originar el cáncer.