UNIR Revista
El diálogo socrático, la flecha descendente o los procesos de dramatización son técnicas de reestructuración cognitiva para ayudar al paciente a modificar su pensamiento y reducir su malestar.
La reestructuración cognitiva (RC) es una de las técnicas cognitivo-conductuales que tiene a su disposición el terapeuta. Su objetivo es identificar y modificar las cogniciones desadaptativas (creencias irracionales, pensamientos distorsionados o autoverbalizaciones negativas) del paciente y mostrarle el impacto perjudicial que tienen sobre su conducta y emociones. Gracias a las técnicas de reestructuración cognitiva se puede lograr el cambio a pensamientos más adaptativos que, a su vez, permitan notables mejoras terapéuticas.
Las formas de reaprender a pensar
“Los pensamientos son hipótesis”. Es la idea base con la que trabaja la reestructuración cognitiva. El terapeuta y el paciente establecen un diálogo que busca recopilar información para determinar si las hipótesis son correctas y útiles. En el proceso de identificación de los pensamientos el terapeuta puede usar métodos como la entrevista, los autorregistros o los cuestionarios.
Son numerosas las técnicas que se pueden emplear en el proceso de reeducar al paciente en su forma de pensar:
- Flecha descendente: Es una técnica muy habitual que a través de preguntas identifica la creencia nuclear que está debajo de los pensamientos desadaptativos.
- Diálogo socrático: El terapeuta enseña al clienta a formularse preguntas y evaluar de forma crítica sus cogniciones.
- Intención paradójica: En esta técnica se pide al paciente que en el proceso de arreglar el problema haga lo que nunca haría. Así, por ejemplo, en un caso de insomnio se solicita no dormir. Una alternativa para romper el ciclo de intentar dormir y no conseguirlo.
- Dar información directa y contraria a los pensamientos del paciente: Se aporta luz en áreas desconocidas por el paciente que, a su vez, puede ofrecer sus opiniones y generar un debate didáctico.
- “Diálogo de las dos sillas”: Es un ejemplo de reestructuración cognitiva a través de la dramatización. El paciente defiende ciertos pensamientos desadaptativos en una silla y en la otra tiene que desafiarlos. Una técnica que se asemeja a los juegos de roles que también sirven para modificar las cogniciones.
Más allá de su funcionamiento específico, las diferentes técnicas tienen en común el peso de la comunicación, el diálogo y la formulación de preguntas. Algunos ejemplos de preguntas útiles en el proceso de reestructuración cognitiva son:
- ¿Qué datos tiene a favor de ese pensamiento?
- ¿Existen otras interpretaciones alternativas?
- ¿Qué le diría usted a otra persona con su mismo problema?
- ¿Realmente sería tan grave si ocurre lo que está pensando?
¿Cómo funciona la reestructuración cognitiva?
El funcionamiento de la reestructuración cognitiva puede desglosarse en tres partes. En primer lugar, se sigue el modelo cognitivo A-B-C. A se refiere a una situación, suceso o experiencia de la vida real de la persona (“mi jefe me critica al hacer mal una tarea”). La letra B recoge las cogniciones sobre esa situación que pueden ser apropiadas o inapropiadas (“no soy válido para este trabajo”). Por último, la letra C incluye las consecuencias emocionales, conductuales o físicas de la cognición (“me siento triste porque todo lo hago mal”).
En su segunda parte, la reestructuración cognitiva busca que el paciente identifique y cuestione sus pensamientos desadaptativos así como sus diálogos internos. No siempre es algo sencillo porque en muchas ocasiones las cogniciones solo son preconscientes. En el tercer paso se busca sustituir los pensamientos por otros más adecuados que reduzcan o eliminen la perturbación emocional y conductual.
¿Para qué y para quién?
Dentro del amplio abanico de terapias de tercera generación, el Máster en Psicoterapia Online de UNIR aborda cómo la reestructuración cognitiva puede utilizarse en numerosos trastornos y personas. Es útil en fobias, angustia y agorafobia, insomnio, trastornos de alimentación, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad social, problemas sexuales, dolor, entre otros.
Hay que destacar que la reestructuración cognitiva no es una vía para minimizar la ansiedad o el miedo. Su objetivo es corregir los pensamientos distorsionados y que, a partir de ese cambio, acaben disminuyendo la ansiedad, el miedo o el malestar. En el caso, por ejemplo, de una persona con fobia a volar se aportarían datos sobre la seguridad de los aviones o la baja probabilidad de que ocurra un accidente y se detectarían las creencias nucleares del temor.
Una persona con trastorno de ansiedad social podría tener el siguiente pensamiento inicial y desadaptativo: “si hablo en público me pondré nervioso y haré el ridículo”. Con la reestructuración podríamos llegar a la idea de: “es probable que no pase nada y pueda dar mi discurso. No obstante, si no puedo no sería tan grave”.
Problemas, dificultades y eficacia terapéutica
No siempre es fácil aplicar la reestructuración cognitiva. Para su correcto funcionamiento, el terapeuta debe tener una buena formación y conocimiento sobre el trastorno a tratar. Tiene que ser una persona que sepa manejar el lenguaje y tenga un pensamiento creativo para mantener una interacción fluida con el paciente. Además, es una técnica menos pautada que otras técnicas de modificación de conducta.
La reestructuración cognitiva se ha mostrado más eficaz que la ausencia de tratamiento o que otros tratamientos en numerosos trastornos que van desde la depresión, ansiedad, dolor, abuso de sustancias, somatización o trastornos de alimentación, entre otros.
A través de las diferentes técnicas de reestructuración cognitiva el terapeuta consigue enseñar al paciente otra forma de pensar, que reduzca el malestar provocado por su trastorno.