Inmaculada Páramo y Jade Amorim han participado en el Telders International Law Moot Court gracias al proyecto que impulsa la profesora María del Ángel Iglesias, juez de esta competición desde hace diez años
Para Inmaculada Páramo la aventura que hoy narra comenzó en octubre del año pasado. Fue entonces cuando supo que estaba elegida para participar en el ‘Telders International Law Moot Court’ celebrado a finales de mayo en el Tribunal de La Haya. Nueve meses después, pese al esfuerzo realizado, la recompensa ha sido tal que, junto a su compañera Jade Amorim, puede afirmar sin atisbo de duda que ha vivido una experiencia “inolvidable, única y memorable” de la mano de su profesora de Derecho Internacional de UNIR, María del Ángel Iglesias.
Fue ella la artífice de esta gran oportunidad para las dos alumnas del Grado en Derecho. Iglesias, juez desde hace una década de estas jornadas, las descubrió hace ya varios años, mientras cursaba su propio doctorado. “Me quedé impresionada y quise volver, lo cual conseguí en 2005, para luego posteriormente ser invitada como juez”, recuerda. Su entusiasmo es tal que no duda en trasmitírselo a sus alumnos durante las clases. Fue así como el año pasado dos de ellos, José Javier Fernández y David Robles, acudieron en calidad de assistant observers y, en esta ocasión, ambos repitieron como coach de las otras dos estudiantes que han recogido el testigo pero, esta vez sí, como participantes.
Aunque en un primer momento eran cuatro las que pasaron la primera ronda -en la que también participaron Bienvenido Robledano, Cristina Fandiño, José María Barceló y Pedro Luis Suárez- finalmente solo continuaron dos de ellas. “Una porque no podía continuar y la otra, Maite Cerezo, como justo era egresada, pasó a ser coach y también vino con Inmaculada y Jade”, sostiene María del Ángel, que solo tiene palabras de enhorabuena para ambas. “En estas circunstancias, las dos tuvieron que hacer el papel de demandante y demandado y demostraron una fortaleza tremenda y la valía que tienen y, al final, han aprendido más incluso, han conocido jueces del Tribunal Internacional de La Haya e intercambiado opiniones con alumnos de otros países, porque solo acude una universidad por cada país”, constata.
“Las alumnas han demostrado una fortaleza tremenda y la valía que tienen, porque tuvieron que hacer el papel de demandante y demandado”, sostiene la profesora María del Ángel Iglesias
Su valoración coincide en muchos aspectos con la de Inmaculada, quien recuerda los inicios con cariño. “Nos llegó el caso ‘The Plight of the Dandy Narwhals Dispute‘ y hubo que documentarse, preparar y responder en debida forma y tiempo a las tres preguntas formuladas; buscamos mucha jurisprudencia y dedicamos horas y esfuerzo con el apoyo y entusiasmo de los coach y de la profesora“, explica. Las nuevas tecnologías supusieron una gran ayuda para mantener las reuniones ante la dificultad de quedar físicamente.
“Mi compañera Jade y yo asumimos la participación sabiendo que era un doble esfuerzo, pero habían sido muchos días, muchas noches de conexión en las que todos compaginamos obligaciones laborales, personales y académicas y no podíamos defraudar“, razona la joven quien reconoce que, en su caso particular “quería saber hasta dónde podía llegar, el esfuerzo, la tenacidad y la constancia son armas poderosas y era una oportunidad única que sabía que jamás iba a olvidar”.
“Compaginamos obligaciones laborales, personales y académicas y no podíamos defraudar”, explica la alumna Inmaculada Páramo
Así también lo considera Jade, una apasionada del Derecho Internacional, como ella misma se define. “Era un sueño formar parte de una actividad privilegiada y añadir experiencia; me supuso un reto pero merecía la pena intentar algo nuevo y fuera de mi zona de confort”, admite. Los nervios iniciales se solventaron a base de tesón y trabajo, además del apoyo incondicional de José Javier, David, Maite y María del Ángel. Una receta idónea para hacer frente a una vivencia para el recuerdo.
“Durante dos días, en jornadas de mañana y tarde porque representábamos las dos al demandante y al demandado, nos enfrentamos a otras universidades. Defender el caso cambiando la posición, en un idioma que no es el materno con un tiempo limitado y someterte a las preguntas de los miembros del tribual da respeto e impresión“, señala Inmaculada, quien a nivel profesional ya sabe qué supone defender un caso en los juzgados. Para ella, lo mejor de todo, además de lo aprendido, ha sido “el compañerismo, la complicidad y conexión, el conocer otras culturas y lugares emblemáticos como el Palacio de la Paz, así como a personajes ilustres”.
“Hemos aprendido cosas que no están en los libros y servirán para todos los ámbitos de la vida”, concluye Jade Amorim.
Similar sensación transmite Jade, para quien esta visita ha supuesto “aprender cosas que no están en los libros y que servirán para todos los ámbitos de la vida”, además de tener la oportunidad, gracias a la profesora Iglesias, de tratar en persona con Benjamín Ferencz, el último fiscal vivo de los famosos juicios de Nuremberg. “Supuso todo un honor y privilegio poder enriquecerme como persona y jurista gracias a gente tan talentosa y exitosa“, confiesa rebosante aún del entusiasmo experimentado.