Un proyecto piloto de investigadores de UNIR, a través de la Cátedra IBM, detectará por medios de algoritmos los patrones de los estudiantes para que los profesores puedan saber si hay algún problema y ayudarles
Una mala racha personal o familiar, una época más estresante en el trabajo o, simplemente, algún retraso a la hora de hacer las tareas. Son situaciones que, cuando de cursar estudios universitarios se trata, pueden repercutir en el rendimiento diario de los estudiantes y que no siempre pueden subsanarse a tiempo para entregar las actividades requeridas o prepararse para dar lo mejor de sí en los exámenes pertinentes.
Hasta ahora. Un equipo de expertos de la Universidad Internacional de La Rioja trabaja en un proyecto piloto para, gracias al uso y aplicación de la Inteligencia Artificial (IA), poder medir -mediante algoritmos- dicho rendimiento. “Se analiza el comportamiento del alumno en la plataforma, su participación en los foros, su interacción con el material de estudio, las calificaciones intermedias obtenidas en la evaluación continua… Al poder compararse con los históricos de estudiantes anteriores, se observa si existe un patrón”, explica Pablo Moreno-Ger director de la cátedra IBM-UNIR on Data Science in Education.
Es precisamente a través de esta cátedra, y de su subsiguiente acuerdo con el Vicerrectorado de Transferencia y Tecnología, como logran desarrollar esta iniciativa. “Nos dejan utilizar su producto, denominado Watson, para, a través de IA y ciencia de datos, lograr una mejora educativa”, sostiene Moreno-Ger, también subdirector académico de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT).
Pero, ¿qué ocurre cuando se detecta que, en función de lo ocurrido en anteriores ocasiones, un estudiante actual se halla perdido, que no sigue las clases o tiene riesgo de obtener bajas calificaciones? “Se levanta una alerta, una bandera roja, por así decirlo, y se emite un <strong>aviso para que el profesor pueda estar un poco más pendiente de él, hablar con el alumno para ver si tiene algún problema</strong>, si es algo puntual o permanente…”, añade el subdirector de la ESIT.
En ningún momento se trata de fiscalizar el proceder de los estudiantes, “ni de intervenir sobre lo que hace o deja de hacer, su vida ni su trabajo”, asevera Moreno-Ger, “solo se hace para que los docentes o tutores puedan saber si algo no marcha como debería y que, en vez de que esa información la maneje una máquina, sea una persona la que, en última instancia, contacte con el alumno, se preocupe o interese por él y le eche una mano si se ha atascado”.
Además, el profesor e investigador asegura que toda esta información “la facilita el estudiante con el consentimiento que proporciona al matricularse” y recalca que, “bajo ningún concepto”, el tratamiento de estos datos persigue fin comercial alguno.