Isabel Alvarez Castro
El presidente de la SEMyP expone en UNIR cómo la dolencia de una persona se relaciona con su biografía. Expresar lo que nos ocurre en la consulta puede ayudar a encontrar el origen de la enfermedad.
“A medida que la medicina presta menos atención a la persona y más a los síntomas, hay más enfermedades crónicas”, afirmó José Luis Marín, presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMPYP) en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
A su juicio, los psicólogos y los médicos psiquiatras deben “avanzar hacia un modelo de atención médica centrado en el paciente y no tanto en la enfermedad”.
En el marco de la masterclass ‘Escuchar al cuerpo en psicoterapia: el idioma de los síntomas somáticos’, el médico psiquiatra animó a “cambiar la mirada y aproximar lo científico a lo humano”.
“Hay una tendencia a poner etiquetas, pero no a ver en profundidad el origen del problema y su manifestación. Esto surge de la necesidad de simplificar las cosas y la dificultad de vivir en la incertidumbre”.
El experto se refirió a la somatización como “una forma de comunicar en el que se desplaza un sufrimiento psíquico a lo físico”. El cuerpo siempre lleva la cuenta de lo que nos ocurre y se expresa a través del sistema inmunitario, el nervioso central, musculo esquelético o mediante los sistemas de comunicación, como el digestivo, respiratorio o nervioso.
No hay nada exclusivamente biológico o psicológico, por eso asociar lo corporal con lo biográfico es terapéutico. José Luis Marín.
Marín aportó la visión de que se debe analizar al paciente más allá de la categoría diagnóstica, teniendo en cuenta su historia personal porque “no hay nada exclusivamente biológico ni nada exclusivamente psicológico; asociar lo corporal con lo biográfico es terapéutico”.
“Explicar a una persona cómo su dolencia tiene que ver con su historia es una manera de expresar el sufrimiento”, por eso el experto recalcó en UNIR que primero hay que tratar a la persona y luego se cura.
La empatía es necesaria para tratar al paciente de forma adecuada.
Aprender a escuchar el cuerpo
Según el presidente Marín, “la somatización es una forma de comunicar, es un desplazamiento de un malestar o sufrimiento psíquico, que las personas expresan a través de síntomas corporales”. Es un mecanismo de defensa.
“El cuerpo habla a través de los síntomas, por eso no podemos prescindir del idioma corporal para entender al paciente. Las emociones tienen un relato corporal que afecta en el estado de ánimo”, aseguró el presidente de SEMPYP.
“El motivo de consulta suele ser un problema, pero no suele ser el origen. El problema tiene que ver con la historia de la persona”. Como profesionales tenemos que preguntarnos ‘¿Al servicio de qué está el síntoma?‘ Es decir, de qué nos está defendiendo la bulimia, la fibromialgia, la depresión, la ansiedad, el colon irritable. El cuerpo está enviando un mensaje y se está defendiendo.
La angustia o el estrés crónico es una manifestación corporal de un malestar que no se ha expresado en palabras. José Luis Marín.
Marín explicó que la angustia o el estrés crónico también es una manifestación corporal de un malestar que no se ha expresado en palabras. Estos mecanismos de defensa pueden tener su origen en los primeros momentos de nuestra vida o de los conflictos sin resolver, de la angustia de la duda, del abandono.
Algo que hemos aprendido este año en la consulta y que está resultando muy positivo es cambiar la pregunta ‘¿Qué te pasa?‘ por ‘¿Qué te ha pasado?‘. La primera omite el pasado y el futuro, a diferencia de la segunda, que incluye una retrospectiva y visión en el tiempo. Esto nos permitirá integrar correctamente los recursos terapéuticos.
Empatizar con el paciente, primera medida terapéutica
José Luis Marín, recomendó en UNIR a los profesionales sanitarios que miren a los pacientes a los ojos y sintonicen afectivamente con su sufrimiento, “las notas y el teclado pueden esperar, es importante que la persona se sienta escuchada”.
El paciente puede estar toda su vida consultando a especialistas, pero “si cada vez que recurre a uno de ellos se queda en silencio, no le permitiremos poner palabras a su sufrimiento y se encontrará continuamente ante una retraumatización”.
Las experiencias traumáticas se pueden integrar en nuestra vida o se disocian y se somatiza. En algunos casos, se pueden alteran las conexiones cerebrales de por vida y se mantiene un estrés crónico que no se reconoce como postraumático.
“En la clínica nos encontramos con personas en permanente estado de alerta que se manifiesta en estado ansiedad, somatización, e indefensión aprendida a través de una depresión o dolor crónico”.
Marín recordó que “los profesionales deben promover que el paciente a narre sus experiencias traumáticas, que pueden ser muy antiguas y dolorosas. Si se silencia el pasado no se podrá integrar el cuerpo y la mente y será más difícil ayudar en el proceso terapéutico”, concluye.
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