Rosa María Peris Sirvent
Una ayuda que contribuye a la felicidad y tiene efectos positivos en la salud mental y física. Rosa María Peris expone algunas consideraciones para las personas que llevan a cabo coaching o tutorías con el objetivo de que su labor sea más efectiva.
El propósito de vida es un concepto profundo y significativo. Se refiere a la razón fundamental por la cual existimos y cómo encontramos sentido en nuestras acciones y experiencias. El propósito es personal y único para cada individuo y puede estar relacionado con cualquier área de la vida, Incluye aspectos intelectuales, sociales, familiares, profesionales, etc.
El Máster de Acompañamiento Educativo de UNIR tiene como principal objetivo preparar a los docentes y, en general, a todas las personas que llevan a cabo coaching, tutoría o mentoring para que su ayuda sea más efectiva en esa búsqueda de propósito.
La tarea para elaborar el proyecto vital es personal, pero se necesita ayuda para definirlo, esa sería la finalidad del acompañamiento educativo que va más allá de la enseñanza formal: es una brújula que guía, es un proceso de apoyo y formación integral que empodera a los jóvenes para construir una vida significativa y con propósito. Al reflexionar, planificar y recibir apoyo a través del acompañamiento educativo, pueden diseñar su propio camino y encontrar significado en cada paso.
Descubrirlo y cultivarlo es un viaje continuo que se realiza a lo largo de toda la vida; es un proceso personal en el que cada uno diseña y planifica sus ilusiones, aspiraciones, metas y acciones: en esto consiste el proyecto vital. Implica reflexionar sobre los objetivos, valores e intereses individuales, y tomar decisiones informadas para establecer metas a corto, medio y largo plazo en diferentes aspectos de la vida.
La búsqueda de propósito conviene inculcarla desde la infancia. El papel de padres y profesores es motivar a realizarlo, facilitar, proporcionar elementos, acompañar, cuestionar para ayudar a conocerse mejor. Conviene subrayar la estrecha relación que existe entre conocerse mejor y ser mejor. Y la pregunta es uno de los mejores procedimientos para desarrollar la capacidad de pensar: ¿Qué quiero yo de la vida? ¿A dónde voy? ¿qué voy a conseguir si sigo así?
El verdadero protagonista de la elaboración del proyecto vital es la propia persona, por lo tanto, cuando por edad están en pleno desarrollo, los padres y profesores tienen que ocupar su lugar –importante también- de manera discreta, a través de mucho diálogo, pues se trata de ayudar a pensar. En palabras de Goethe: “Lo mejor que puedes hacer por los demás no es enseñarles tus riquezas sino hacerles ver la suya propia”.
La educación, en su sentido más profundo, es orientación, es acompañamiento, porque supone siempre ayuda para conocerse, para llegar a ser uno mismo, para aprender a guiar uno su propia vida, para dotar de sentido a la propia existencia. Con frecuencia las personas no se conocen a sí mismas, y tampoco tienen buenas respuestas para la pregunta clave: ¿Quién soy? Se podría decir que “es la ayuda a un sujeto para que sea capaz de comprenderse a sí mismo, de comprender el mundo y vivir eficazmente en él” (García Hoz, 1984).
Tampoco conocen la respuesta a las preguntas relacionadas con lo que quieren.
- ¿Qué quiero yo de la vida?
- ¿Cómo me gustaría ser?
- ¿Por qué daría mi vida?
Es por eso, que es importante proporcionarles y facilitarles los elementos para que en esta etapa de su desarrollo y después en la juventud, sepan encontrar respuestas que sean conformes a la dignidad que tienen como personas y a las bases educativas que se les han proporcionado –tanto en la familia como en la escuela- a lo largo de la vida. De ahí la necesidad de un acompañamiento.
El acompañamiento “es el proceso de ayuda a un sujeto para que llegue al suficiente conocimiento de sí mismo y del mundo que le haga capaz de resolver los problemas de su vida” (García hoz). Se justifica en la necesidad de la persona de aprender a decidir, para ser dueña y responsable de su propio proyecto personal de vida; necesidad aún mayor en la etapa de la infancia y adolescencia.
La relación entre el propósito de vida y la felicidad es profunda y significativa. Algunas consideraciones pueden ilustrar esta idea:
- Sentido de significado: Tener un propósito de vida nos da un sentido de significado y dirección. Cuando sabemos por qué hacemos lo que hacemos, experimentamos una sensación de trascendencia y conexión con algo más grande que nosotros mismo. Tener un propósito nos da una brújula interna. Nos ayuda a tomar decisiones, establecer metas y enfocarnos en lo que realmente importa. Sin un propósito claro, podemos sentirnos perdidos o sin rumbo.
- Bienestar emocional: Las personas con un propósito claro tienden a experimentar menos ansiedad y depresión. El propósito está relacionado con la satisfacción y la felicidad. El propósito actúa como un amortiguador contra el estrés y las emociones negativas.
- Resiliencia: Un propósito sólido nos hace más resistente ante los desafíos. Cuando enfrentamos desafíos, un propósito sólido nos ayuda a superar obstáculos. Nos da la fuerza para seguir adelante incluso cuando las cosas se ponen difíciles pues se puede encontrar motivación para seguir adelante.
- Mayor satisfacción: Las personas con un propósito de vida informan niveles más altos de satisfacción general. El logro de metas alineadas con ese propósito proporciona una sensación de realización. Cuando vivimos con propósito, encontramos motivación intrínseca. Las actividades que realizamos están alineadas con nuestros valores y objetivos, lo que nos impulsa a esforzarnos y perseverar.
- Salud física: Se ha demostrado que tener un propósito está relacionado con una mejor salud física. Las personas con un propósito tienden a cuidarse más y adoptar hábitos saludables.
- Impacto en los demás: Un propósito auténtico a menudo se extiende más allá de nosotros mismos. Puede estar relacionado con contribuir a la sociedad, ayudar a otros o hacer una diferencia en el mundo.
En resumen, el propósito de vida no solo contribuye a la felicidad personal, sino que también tiene efectos positivos en la salud mental y física.
Como señalamos al inicio, descubrir el propósito de vida es un proceso personal y significativo, pero no siempre resulta sencillo encontrarlo. Un camino que puede facilitar a los jóvenes es la adquisición de valores y virtudes, de modo que puedan identificar los valores que guían sus decisiones, ya que el propósito debe estar alineado con estos valores; conocer sus talentos, sus fortalezas; descubrir sus gustos y hobbies, etc.
Tener una vida con propósito está directamente relacionado con la felicidad, como ya vimos. La felicidad es la aspiración más completa de la persona, tenga la edad que tenga, la más alta, su vocación fundamental, su inclinación primaria, hacia la que apuntan todos los esfuerzos.
Aun en las situaciones más difíciles y complejas en las que pueda verse, ese será su objetivo. Unas veces se presenta de forma clara y concreta; otras, lo hace de modo difuso y abstracto, pero ésa es la meta. Para llegar a ser feliz es necesario que la vida tenga argumentos concretos, sólidos, firmes, que nos arrastran hacia lo mejor.
(*) Rosa María Peris Sirvent es la directora del Máster en Acompañamiento Educativo de UNIR. Dirección de Centros Educativos (1991-2009). Asesora de proyectos educativos en distintos países latinoamericanos, Italia y Bélgica.
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