Antonio Criado Martín
Ha habido un avance enorme de la medicina desde las primeras grandes civilizaciones hasta hoy. Los principales hitos científicos desde entonces, en el Grado en Historia y Geografía de UNIR.
No abundan las fuentes sobre técnicas curativas en Mesopotamia. La mayor parte de ellas proviene de la biblioteca de Assurbanipal, último rey del Imperio Neoasirio, destruida en el 612 a. C. Pese a que no han llegado textos, las prácticas quirúrgicas se conocen desde el Tercer Milenio, como recoge el Código de Hammurabi del siglo XVIII a. C. (en la imagen) sobre operaciones en personas y en cabezas de ganado. Reducir fracturas, abrir abscesos o curar heridas eran considerados trabajos manuales, y por lo tanto se menospreciaban frente a adivinos, exorcistas y drogueros, que se entendían con la voluntad divina.
La enfermedad era tratada por diferentes tipos de curanderos según su origen mágico: el baru, un sacerdote capaz de interpretar los signos; el ashipu, que exorcizaba y purificaba evocando a los espíritus; o el asu, una especie de médico que aplicaba drogas y recetas curativas.
Todas las prácticas de estos “especialistas” podían aparecer en la misma tablilla. Por ejemplo, las dos primeras tablillas de un Tratado de diagnósticos y pronósticos de la biblioteca de Assurbanipal, conformado por cuarenta tablillas, se dedican al diagnóstico: “Si el ashipu va a casa del paciente y ve un halcón a la derecha o a la izquierda, un cerdo blanco, negro o rojo, o un alacrán… Entonces sanará o morirá”.
El documento médico más antiguo conocido es una tablilla de Nippur del 2100 a. C. Este documento, de un carácter muy sobrio, consta de quince recetas para tratar heridas mediante vendajes, lavados y emplastos, pero sin especificar la enfermedad. Estas aplicaciones, con base en sustancias vegetales, animales y minerales, eran elaboradas con sumo refinamiento. Un ejemplo de este primer texto médico son los siguientes:
“Machaca madre de vino seca, enebro y ciruelas; añade cerveza a la mezcla; aplica luego con aceite y vendas”. O también: “Tamiza y amasa caparazón de tortuga, planta naga-si, sal y mostaza. Lava después la parte dañada con cerveza de la buena y agua caliente, y unta con la mezcla. Fricciona luego y vuelve a untar con aceite”.
Esto contrasta con el Tratado de diagnósticos y pronósticos asirio: tras las dos tablillas divinatorias, aparecen otras describiendo síntomas o signos desde la cabeza hasta los pies que no siempre corresponden a enfermedades. Diez recogen síntomas como fiebre o náuseas, y otras diez tablillas signos como alucinaciones, convulsiones o golpes:
“Si su oreja derecha zumba constantemente, sanará. Si su oreja izquierda zumba constantemente, su enfermedad será larga”.
“Si sus testículos están muy inflamados, si su pene está cubierto de úlceras, ha fornicado con la suma sacerdotisa de su dios”.
“Si cuando un hombre va caminando, cae hacia delante y sus ojos están dilatados sin que vuelvan, si no puede mover por sí mismo manos y pies, a este hombre lo ha cogido el demonio Gallu… Le empieza un ataque del alto mal”.
“Si tras haber hechos sus abluciones, al salir del río se ve presa de convulsiones y cae, es que lo ha golpeado el rabisu del río”.
También existen otras fuentes que tratan los diagnósticos de manera más naturalista, aunque no del todo, ya que buscan el origen numénico del mal. Es el caso de una operación en una colección conocida como Prescripciones para las enfermedades de la cabeza, que incluye manipulaciones. Se puede ejemplificar en el siguiente diagnóstico:
“Si el mal arriba mencionado es indoloro y la superficie de la piel está intacta, y si cuando abres sale [pus] continuamente, el nombre de la enfermedad es mosquita. Si al paciente le ha dado un aire, es un caso del dios Pabig-sag. Puedes prescribir. Para eliminarlo, ataca la enfermedad con la punta. Muele yeso hervido, sal de amoniaco y polvo de (¿?). Aplícalo a la superficie enferma y haz un emplasto. Si la enfermedad afecta al hueso, corta todo alrededor, raspa y elimina”.
Por otro lado, la farmacopea asiria ofrece más de 200 recetas, como la que recomienda estiércol para el tratamiento de heridas, a pesar de que no se pueden identificar la mayoría de las plantas que se mencionan ni se concretan bien porque se recetan unas drogas u otras en función de los males.
El avance en las ciencias médicas desde los albores de aquellas primeras civilizaciones ha sido enorme, como se demuestra ahora con la pandemia de Covid-19. La velocidad, la eficiencia y la precisión que han alcanzado hoy en día no tienen parangón. En la asignatura de Historia de la Ciencia del Grado de Historia y Geografía de UNIR se abordan los principales hitos científicos desde las primeras grandes civilizaciones hasta hoy.
